Esta es mi historia.

No soy de esos que ya quería ser actor desde el colegio, ni desciendo de una familia de artistas ni nada similar, aunque siempre he tenido una profunda conexión con el arte. Desde bien joven empecé a tener inquietudes para expresar cosas que me pasaban por dentro de mi ser a partir de la pintura, y años más tarde a partir de la música, pero cuando realmente encontré mi sitio en el arte fue cuando vi actuar a un amigo mío en un escenario. Desde aquel momento algo tan grande se apoderó de mí que me arrastró a apuntarme a clases de interpretación allá en el año 2015, cuando tenía 21 años. Ese fue el punto en el que no he dedicado mi vida a otra cosa sino a ponerme a disposición de los personajes que caen en mis manos, de esos ángeles en forma de papel construidos por un autor. Creo en el arte de la interpretación por sacar a la luz los valores universales eternos, que se han repetido a lo largo de la historia una y otra vez. Creo en la interpretación por poder encontrarme en ella más de lo que a veces me puedo encontrar a mí mismo en mi vida.